21/12/08

Decolonización en Abya Yala*


Micro reflexión a partir de la revisión de material recomendado (Mignolo W.) y la idea de Miedo y Placer en nuestra cultura. (El presente papel es un planteamiento inacabado. Es sólo un tropel de ideas con relación a un tema. Para la discusión)
Nuestra cultura (europea) descansa totalmente en la coerción de los instintos. Todos (y – a decir nuestro- todas) y cada uno (a) hemos renunciado a una parte de las tendencias agresivas y vindicativas de nuestra personalidad, y de estas aportaciones ha nacido la común propiedad cultural de bienes materiales e ideales[1]

A decir de los expertos en cuanto al estudio de la psique, los instintos son principios básicos convencionales[2] y se encuentran íntimamente articulados con las emociones. El miedo es libre, señala sabiamente la voz de mí pueblo. Es una emoción radicalmente popular, pues lo experimentamos todos los seres vivos. Esta emoción no tiene bandera. Para los seres humanos, es parte del bagaje de manifestaciones psicosociales, orgánicas y emocionales que le conforman y se encuentra íntimamente compenetrado con uno de los tres instintos básicos más importantes: conservación o sobrevivencia. El placer por su parte, se encuentra asociado como emoción y fin en el sentido utilitario del término (éste último sólo para la mitad de la especie), a otro de nuestros instintos básicos: sexual y/o de reproducción. Estas dos emociones han sido parte fundamental de la construcción de la libido social y de la consolidación en nuestro continente Abya Yala de la matriz colonial de poder.

Tanto miedo como placer (que no el goce), han marcado la pauta en las relaciones humanas, de manera clandestina y en oposición análoga a la razón kantiana y al logos cartesiano. Un toque de locura (Dionisos! dirían los que le rinden culto a la cultura Griega) se apodera de los seres humanos en la mayoría de las relaciones sociopolíticas que se construyen, en especial cuando se realiza tal práctica desde la concepción miserablemente maquiavélica de prosecución de poder y dominación del Otro. En este caso, ambas emociones han sido inhibidas y controladas en la especie a conveniencia del violento orden sexual/cultural dominante (androcentrico).

Las mujeres, hemos tenido que apelar a estrategias de mimetización, ilusión o simulacro para sobrevivir e igualmente podemos decir que en definitiva el instinto sexual femenino ha quedado inmerso en la lógica del sentido utilitario como “fin”, el cual no es más que: el sostenimiento de la especie, es decir, la reproducción. Lo que es en todo caso, parte de la cadena de sostenimiento biológico del actual modo de producción capitalista y del antiguo modo feudal de esclavización. Se trata del interesado “eterno femenino”. Las mujeres hemos representado un monótono sentido utilitario como garantes de la supervivencia de la especie, garantes del espacio privado necesario para la reproducción de la lógica de dominación – subordinación (hogar), garante de las unidades de producción de los modos de explotación económicos que históricamente han imperado y satisfactoras de los instintos sexuales masculinos (me refiero al asunto tocado por Freud en cuanto al primer grado cultural en el cual se ubican los hombres).

La violencia, en especial la simbólica[3], ha sido el dispositivo legitimador del estatus quo del orden socio sexual económico burgués. Se sostiene a través de mecanismos de anulación de la conciencia y del cultivo de contravalores. La falsa conciencia en este caso, es la que se consolida mediante el estimulo de instintos básicos de sobrevivencia y sexual (bien sea por placer o por reproducción), desde este enfoque masculino será la pulsión, el motor que mueva la historia de la especie humana. Será entonces a decir de Bourdieau, la lucha cognitiva la que permita sublevarse e insurgir en contra del estado de cosas y de las realidades sexuales troqueladas forzando un nuevo estado de relaciones sustentadas en la condición humana de respeto e igualdad real. Intentando cerrar la milenaria brecha entre hombres y mujeres.

Es mi parecer, que hay contribuciones puntuales que no pueden ser apartadas por el hecho de formar parte de la herencia euro occidental, tal es el caso del análisis de los pensadores y estudiosos de la psiquis (Freud, Jung, Lacan, Deleutze, Zizek, etc.). Sin embargo, debemos acercarnos críticamente e intentar superar los atavismos culturales. Es así que en nuestra tierra, se observan estudiosos cuyas derivaciones y análisis se inscriben en estas corrientes y escuelas, es decir no se percibe el urgente e histórico desprendimiento epistémico en la búsqueda de respuestas en cuanto a la constitución de la psique del latinoamericano desde su propio ser, sin dependencias de otros escenarios de análisis que, culturalmente se constituyen en mecanismos de reproducción de la opresión y subordinación dentro del orden socio sexual económico.

Freud, Sigmud (1856-1939), uno de los llamados filósofos o maestros de la sospecha, señalaba que el preconciente precedía la constitución del inconsciente y que existían tres grados culturales de organización que estaban vinculados con los instintos sexuales: el que va más allá de la reproducción (cuyo fin es el placer); el grado cultural que se centra en la reproducción y por ende restringe la función sexual a la reproducción y; el grado que permite la reproducción como fin sexual (placer)[4]. Señala Freud que el hombre en este sentido se ubica como un ser cuyo instinto básico sexual no guarda como fin la reproducción sino el placer. Entonces la emoción que rige al hombre es el placer y la pulsión que siempre se traducirá en dominación, me pregunto ¿Cuánto miedo puede desatar en un pensador (a) troquelado (a) desde la red opresora y legitimadora del estatus quo del pensamiento euro occidental la posibilidad de abandonar la seguridad de las teorías y conocimientos pre-existentes, abandonar el grado cultural asignado desde el orden socio sexual económico burgués y de-construir incluso las aparentes corrientes teóricas de avanzada hasta lograr pararse en el real punto de inflexión (hablando desde el lenguaje cartesiano)? Considero, que hasta que la ruptura epistémica o más bien rotura no se alcance, no estaremos al frente de la emergencia de lo requerido históricamente para la creación de lo otro posible. El sueño, pasa por dejar el miedo culturalmente impuesto y buscar el placer negado/controlado.

Otro autor que sienta una posición interesante y en contradicción crítica con Freud, con relación al asunto del orden económico sexual y social burgués de silencio, es Michel Foucault (2006:10-18). Este señala que dicho orden se sustenta sobre tres pilares de dominación: prohibición, inhibición y mutismo los cuales están vinculados a la posibilidad de conocer-saber y al puritanismo de la modernidad (y colonialidad a decir nuestro). Estas tres acciones irrigan los espacios públicos y privados de las relaciones de dicho orden cultural imperial.

Luego de la anterior reflexión y en contraposición con uno de los planteamientos que se hicieran en 2003, Mignolo y Arturo Escobar; pienso que la teoría crítica de Horkeimer en nuestra Abya Yala no necesita transformaciones para posicionar temas como el género, la raza y la naturaleza en un escenario conceptual y político, pues es contradictorio con la posibilidad de avanzar en el desprendimiento epistémico. No se trata de crear una “Escuela de Frankfurt” a lo Suramericano (lo cual no significa desmeritar todo lo que allí se ha construído). Se trata de desplazar, soltar, buscar y parir.

Mignolo, nos invita a superar el orden cronológico que determina la historia de los invadid@s por el poder colonial; nos invita a reconocer los saberes invisibilizados especialmente en agentes históricos como Waman Poma de Ayala (Perú), el negro Cugoano, quizás diría también en indias como la Cacica Apacuana (Mariche-Venezuela) Micaela Bastidas (Perú) como fundamento epistémico de una nueva razón decolonizada, de resistencia, valiente que de ninguna manera se plantearía la búsqueda del consenso o reconocimiento con quienes nos han rechazado y eliminado sistemáticamente nuestra herencia originaria, así como nos han dominado a través del reino de la violencia en todas sus expresiones. Me parece que en este sentido, de esta forma, ciertamente todos y todas representan el pensamiento decolonizado y fronterizo[5] .

Notas
*Significa tierra fecunda en idioma del pueblo originario Kuna, antiguos habitantes de lo que hoy se conoce como Panamá y Colombia. Asimismo, se sospecha que los Mayas también usaban dicho término antes de la llegada de los invasores españoles en el siglo XV para llamar a lo que luego de la invasión se denominó América. En: Fundación Abya Yala. (on line) En: http://www.ceimigra.net/viejaweb/ceim_home/jornadas_bolivia/PresentacionABYA-YALA.pdf
[1] Freud, Sigmud. Lección No 29. La moral sexual “cultural” y la nerviosidad moderna. 1908. (On Line) En: http://www.elalmanaque.com/psicologia/freud/29.htm
[2] Freud, Sigmud. Lección No. 89. Los Instintos y su destino. 1915. (On Line). En: http://www.librosgratisweb.com/html/freud-sigmund/los-instintos-y-sus-destinos/index.htm
[3] Bourdieu, Pierre. La dominación masculina. Pág.12. Violencia Simbólica: violencia amortiguada, insensible e invisible para sus propias víctimas, que se ejerce esencialmente a través de los caminos puramente simbólicos de la comunicación y del conocimiento.
[4] Freud, Sigmud. Lección No 29. La moral sexual “cultural” y la nerviosidad moderna. 1908. (On Line) En: http://www.elalmanaque.com/psicologia/freud/29.htm . Señala el autor de manera taxativa: Ateniéndonos a estas fases evolutivas del instinto sexual, podremos distinguir tres grados de cultura: uno, en el cual la actividad del instinto sexual va libremente más allá de la reproducción; otro, en el que el instinto sexual queda coartado en su totalidad, salvo en la parte puesta al servicio de la reproducción, y un tercero, en fin, en el cual sólo la reproducción legítima es considerada y permitida como fin sexual. A este tercer estadio corresponde nuestra presente moral sexual «cultural».
[5] Surge de la diferencia imperial/colonial del poder en la formación de las subjetividades. En: Mignolo, W. Giro decolonial. s/d, e/f.
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