20/4/19

Igualdad real

Para algunas mujeres, nuestra lucha nunca ha tratado de sublimar o desplazar la lucha milenaria entre las dos mitades de la especie. Siempre ha habido antagonismos. Negar eso es negar la historia de las mujeres y reconocer que hay avances solo a partir de la revolución industrial y la emergencia del modo de producción capitalista. Es ridículo negar que las mujeres en el espacio privado somos mil veces más explotadas que las que nos atrevimos a andar en el espacio público, eso es desconocer a nuestras hermanas.

No es posible que algunos planteamientos pretendan diluir o diluyan los antagonismos intraespecie que van más allá de la moderna categoría “clase social”, eso es negar la naturaleza opresora y agresiva de la especie masculina. La mujer proletaria no aparece en el siglo XVIII de forma aséptica, ella es el resultado del devenir de la historia, geografía y cultura donde se desarrolle, no es una verdad universal y no puede desconocerse la historia previa de las mujeres que no siendo proletarias, igualmente libraron batallas y avanzaron, lucharon y murieron, parieron y reprodujeron, trabajaron y sostuvieron otros modelos de organización cultural y político. No podemos ser tan mezquinas.

El antagonismo entre capital y trabajo, entre dueños de medios y proletarios no puede suplantar nuestra lucha milenaria como mujeres. Este escenario solo es novedoso, incorpora nuevos elementos, nuevas formas de explotación pero siempre hemos sido explotadas en capitalismo o en el paleolítico.
¿La igualdad real? Cuando se reconocen las divisiones que han generado los propios procesos históricos en los cuales ha actuado de forma secundaria la mujer, se está asumiendo que efectivamente la igualdad es una ilusión que, en el caso del modelo burgués, ha sido llevado a la construcción de las normas para aminorar su impacto en el conjunto social.

La igualdad real, pasa por el replanteamiento de las mujeres en torno a su rol, considerando que los universalismos son anti igualdad real, por lo que debemos considerarnos tan diversas que es imposible pensar en una igualdad real sino que debemos pensar en muchas igualdades reales en la diferencia. Porque la igualdad a secas desde la lógica patriarcal, ha sido universalizante y nos ha colocado una camisa de fuerza que más bien nos ha dividido.
La razón instrumental está construida desde parámetros e indicadores convenientes a quien detenta el poder, está sujeta a una coyuntura histórica y geográfica. El poder en su más amplia noción, alude a la imposición de voluntad de unos sobre otros. De tal manera que la razón, la modernidad sólo han metido dentro de modelos normativos las instintivas tendencias de la especie humana, en especial la masculina, al conflicto, la violencia, la guerra.

No hay tal choque, porque no se trata de un encuentro casual entre civilizaciones, culturas o grupos humanos. Se trata de enfrentamiento, pensado, fríamente calculado por un grupo (si) de seres humanos cuya beligerancia es mucho más alta, elaborada y desarrollada que la del resto. Además, nos encontramos con que tienen acceso a los medios materiales para hacer la guerra como medio para dominar a otros.

Por otra parte, desde el análisis del discurso tenemos que los actos de habla preforman o configuran estructuras simbólicas o significativas que modelan lugares y roles. Sin embargo, y ya para cerrar por ahora, puedo escribir que con la modernidad se regularizó, se normatizaron, se asumieron como naturales los procesos conflictivos. 
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