Por: Ingrid Castillo / ibecast@gmail.com
¿Sabía Usted que hay personas inescrupulosas que apelan a artilugios tecnológicos, para hurgar en nuestros correos electrónicos? Pues sí, la tecnología ha evolucionado de tal forma que de la misma manera que ofrece servicios con altos mecanismos de encriptamiento, facilita igualmente las formas electrónicas para hackear o violentar la seguridad de nuestros mensajes electrónicos. Es la sociedad de la vigilancia, tal como lo planteara Foucault. Claro, quienes vigilan tienen la voluntad de poder muy centrada en lograr sus bastardas aspiraciones, bien sea políticas, económicas y hasta científico-académicas... En algunos países europeos este controvertido tema ha llevado a los gobiernos a aplicar, con rigurosidad, las normas y sanciones que favorecen especialmente a los poderosos, como es el caso de una institución financiera que opera en España, llamada Deutshe Bank Sae. Esta empresa se dio el tupé de interceptar los correos electrónicos de sus trabajadores y discrecionalmente decide si la información que intercambian perjudica o no los intereses mercantiles de la empresa. Esto legitima el estrepitoso deseo de invadir la intimidad de quienes hacen uso recurrente del servicio electrónico de correo. Desde la práctica del capitalismo tecnológico y salvaje, los empresarios tienen la potestad de interceptar los correos electrónicos de sus empleados (espionaje electrónico), sin que esto se constituya en delito alguno, en nombre de la “seguridad de la compañía”.
Ah, pero siempre hay la contracara en estos asuntos, y es que si alguna persona logra demostrar, mediante las propias estrategias tecnológicas, que su correo ha sido violentado y la información de sus correos utilizada perversamente, puede proceder en consecuencia mediante acción legal de tipo privada a demandar a la empresa o persona. Y nada más fácil, aunque no se crea, que demostrar tal cosa. Pues como dijimos anteriormente, “quien crea la ley, crea la trampa” y las empresas que regentan los correos electrónicos cuentan con políticas de privacidad que no tienen mayor impacto que el de estar depositadas en la red. Los programas para hackear correos abundan tanto, como los programas para proteger nuestros correos y para determinar incluso, el IP (protocolo de internet) desde donde han accedido o enviado la información.
Entonces nos preguntamos ¿Qué hacer para evitar tal delito? En nuestro país existe la Superintendencia de servicios de Certificación Electrónica (SUSCERTE), que depende del Ministerio del Poder Popular para Ciencia, Tecnología e Industrias Intermedias y una de las opciones es el uso de certificados digitales o electrónicos que se obtienen mediante un proveedor de servicios de certificación (PSC). En Venezuela hay dos (2) proveedores; uno público: Fundación Instituto de Ingeniería para Investigación y Desarrollo Tecnológico (FIIDT) y el de carácter privado (Procert C.A.). Este último trabaja para certificados digitales de seguridad pertenecientes a VeriSign (much@s lo reconocemos pues es el que usan los bancos nacionales) y Thawthe.
En la Fundación Instituto de Ingeniería podemos obtener nuestro certificado, venezolano y confiable. Los certificados electrónicos, según la propia SUSCERTE, son un mecanismo que permiten al usuario confiar en operaciones como la firma electrónica, correo electrónico seguro, fecha y hora certificada, entre otras. Adjunto al presente escrito están los link.
Terminamos finalmente, reflexionando en torno a la necesidad de retomar el uso del buzón, es decir, el burro con sus alforjas y el cartero repartidor, que quizás resulte un método más seguro (aunque más lento) de comunicación a distancia.
Link de interés:
FUNDACION INSTITUTO DE INGENIERIA (Ven) En:
SUSCERTE (Ven) En:
THAWTHE FREE En:
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