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Alfred Shutz (1899-1959), de origen austríaco, se dedicó a la sociología y al estudio y comprensión de los fenómenos sociales desde un enfoque totalmente diferente al de la Sociología clásica. Se dice que es el fundador de la sociología fenomenológica. Entre las teorías que componen el orden interactivo, el enfoque fenomenológico enriquecido desde los principios filosóficos de Edmund Husserl (1859-1938), vienen a abrir un camino diferente de abordaje y comprensión del mundo social que nos rodea y de la cotidianidad particular que nos moldea. En tal sentido hay otros autores útiles para comprender esta postura, como por ejemplo Peter Berger (1929) y Thomas Luckmann (1927), quienes en 1966 logran acertar en el mundo de la teoría con su obra La construcción social de la realidad, centrando su atención en los mecanismos de construcción del conocimiento social.
Los relatos, las grandes teorías occidentales y el positivismo duro, han agotado su discurso, lo que no significa pararse en las corrientes postmodernas del pensamiento. Las grandes corrientes teóricas de análisis, estudio, interpretación y cuantificación de la sociedad se han agotado. Ésta realidad, permite a las nuevas generaciones levantarse ante estos grandes muros teóricos para exigir, transgredir, construir, plantear y/o proponer otras opciones alternativas que satisfagan los requerimientos o demandas que se hagan hoy a la disciplina. Las abstracciones se quedan cortas ante la inmensa diversidad planetaria y la visibilización de lo que hasta ayer estaba oculto bajo el manto silencioso de la dominación de unos sobre otros.
Según la Dra. Rizo[1], el fenómeno de la comunicación, entendida esta como interacción que permite o facilita la organización del tejido social, es parte fundamental de la fenomenología social. De cierta manera es razonable tal afirmación, el ser humano se ha levantado desde la cualidad del lenguaje (desde el sentido social) y desde la práctica del habla (en el sentido individual de los sistemas de signos/símbolos particulares). Uno de los más recurrentes problemas de nuestra especie es la incomprensión de lo que se nos quiere decir, la concepción del lenguaje como medio de dominación poderoso (que libera o castra) y la permanente lucha por demostrarnos los unos a los otros la superioridad, es decir, la lógica del conflicto y no de la negociación en los procesos de interacción.
Señala la autora antes citada que la interacción es escenario de la comunicación, y a la inversa[2], hecho totalmente cierto. Siendo que la interacción supera, en cuanto a planteamiento teórico desde la teoría Goffmaniana, los simples actos del emisor-receptor e incluso entra en el campo de lo dialógico como principio fundamental de construcción social.
Las relaciones humanas, dinámicas como sólo ellas saben ser, están estrechamente vinculadas a procesos de atomización y reagrupamiento permanente de los grupos que la componen. Diversas causas impactan el cuerpo social, entre ellas podemos mencionar los intereses económicos, el género, la política, la cultura y la educación, entre otros. Difícilmente la especie encuentra convergencia total en pareceres, siempre acuden de forma habitual al disenso, la confrontación luego, hay un periodo estacionario de discusión o enfrentamiento definitivo lo que puede traer múltiples desenlaces y se puede desarrollar de diversas formas: la consolidación de la hegemonía de unos sobre Otros, la resistencia permanente de una de las partes, el exterminio del contrario, o el acuerdo mediante el aspecto normativo, aspecto último muy bien trabajado por Max Weber, al momento de analizar la sociedad de su tiempo.
[1] Rizo, Marta. 2005. Psicología social y la Sociología fenomenológica. Apuntes para la exploración de la dimensión comunicológica de la interacción. Global media journal, ISSN 1550-7521, Vol. 2, Nº. 3. [on line] En: http://dialnet.unirioja.es/servlet/revista?tipo_busqueda=CODIGO&clave_revista=7108
[2] Ibid. 2
Alfred Shutz (1899-1959), de origen austríaco, se dedicó a la sociología y al estudio y comprensión de los fenómenos sociales desde un enfoque totalmente diferente al de la Sociología clásica. Se dice que es el fundador de la sociología fenomenológica. Entre las teorías que componen el orden interactivo, el enfoque fenomenológico enriquecido desde los principios filosóficos de Edmund Husserl (1859-1938), vienen a abrir un camino diferente de abordaje y comprensión del mundo social que nos rodea y de la cotidianidad particular que nos moldea. En tal sentido hay otros autores útiles para comprender esta postura, como por ejemplo Peter Berger (1929) y Thomas Luckmann (1927), quienes en 1966 logran acertar en el mundo de la teoría con su obra La construcción social de la realidad, centrando su atención en los mecanismos de construcción del conocimiento social.
Los relatos, las grandes teorías occidentales y el positivismo duro, han agotado su discurso, lo que no significa pararse en las corrientes postmodernas del pensamiento. Las grandes corrientes teóricas de análisis, estudio, interpretación y cuantificación de la sociedad se han agotado. Ésta realidad, permite a las nuevas generaciones levantarse ante estos grandes muros teóricos para exigir, transgredir, construir, plantear y/o proponer otras opciones alternativas que satisfagan los requerimientos o demandas que se hagan hoy a la disciplina. Las abstracciones se quedan cortas ante la inmensa diversidad planetaria y la visibilización de lo que hasta ayer estaba oculto bajo el manto silencioso de la dominación de unos sobre otros.
Según la Dra. Rizo[1], el fenómeno de la comunicación, entendida esta como interacción que permite o facilita la organización del tejido social, es parte fundamental de la fenomenología social. De cierta manera es razonable tal afirmación, el ser humano se ha levantado desde la cualidad del lenguaje (desde el sentido social) y desde la práctica del habla (en el sentido individual de los sistemas de signos/símbolos particulares). Uno de los más recurrentes problemas de nuestra especie es la incomprensión de lo que se nos quiere decir, la concepción del lenguaje como medio de dominación poderoso (que libera o castra) y la permanente lucha por demostrarnos los unos a los otros la superioridad, es decir, la lógica del conflicto y no de la negociación en los procesos de interacción.
Señala la autora antes citada que la interacción es escenario de la comunicación, y a la inversa[2], hecho totalmente cierto. Siendo que la interacción supera, en cuanto a planteamiento teórico desde la teoría Goffmaniana, los simples actos del emisor-receptor e incluso entra en el campo de lo dialógico como principio fundamental de construcción social.
Las relaciones humanas, dinámicas como sólo ellas saben ser, están estrechamente vinculadas a procesos de atomización y reagrupamiento permanente de los grupos que la componen. Diversas causas impactan el cuerpo social, entre ellas podemos mencionar los intereses económicos, el género, la política, la cultura y la educación, entre otros. Difícilmente la especie encuentra convergencia total en pareceres, siempre acuden de forma habitual al disenso, la confrontación luego, hay un periodo estacionario de discusión o enfrentamiento definitivo lo que puede traer múltiples desenlaces y se puede desarrollar de diversas formas: la consolidación de la hegemonía de unos sobre Otros, la resistencia permanente de una de las partes, el exterminio del contrario, o el acuerdo mediante el aspecto normativo, aspecto último muy bien trabajado por Max Weber, al momento de analizar la sociedad de su tiempo.
[1] Rizo, Marta. 2005. Psicología social y la Sociología fenomenológica. Apuntes para la exploración de la dimensión comunicológica de la interacción. Global media journal, ISSN 1550-7521, Vol. 2, Nº. 3. [on line] En: http://dialnet.unirioja.es/servlet/revista?tipo_busqueda=CODIGO&clave_revista=7108
[2] Ibid. 2
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