26/9/10

Origen (es) del mal: entre lo sagrado y lo profano (parte II)

Por Ingrid Castillo

Mysterium tremendum et fascinans. [1]


No es el hambre, el amor, la ira ni el miedo, la fuente de nuestros males, sino nuestra propia naturaleza. Ella es

la que engendra el hambre, el amor, la ira y el miedo[2].

El Mal es, ciertamente, un misterio abismal y fascinante. Para algunas personas lo malo, como vimos en el escrito anterior, está relacionado con prácticas o rituales mágicos religiosos. Esto podría estar relacionado con la creencia de la existencia de “fuerzas invisibles”, o porque se trata de “seres, signos o símbolos volátiles” que tienen el poder, por encima de Dios, de provocar el Mal. Es así que, por ejemplo, podemos observar en nuestro continente americano como muy “común” que una madre católica conjure el mal de ojos de su hijo/a, colocándole un azabache o peonía con una tirita roja en el brazo. La peonía o azabache, tienen la misma fuerza “protectora” de origen divino, que el agua bendita que el cura riega al niño en el rito bautismal. Por otra parte podemos observar la práctica ritual generalizada, de colocar sobre la puerta principal de las casas una planta de aloe (Sábila) con una tirita roja, quizás con la idea de consagrar el espacio en el cual se vive y así, alejar el Mal. Es la consagración del espacio mediante el ritual.

Decíamos igualmente que la retórica científica–racional no tenía cabida para ciertos noúmenos[3] que azotaban y azotan a individualidades y colectivos. Por lo que lo malo o el Mal, terminan siendo una suerte de amalgama entre “mala suerte, superchería, fe, poder, mito y realidad” y quizás, a decir de Mircea Eliade[4], la relación más importante estaría entre lo real-racional y lo irreal-irracional, entre lo sagrado[5] y lo profano.

Es imposible que tratemos el Mal, sin hablar del Bien, pues ambos son fenómenos dependientes o complementarios. La idea de Bien, ilustra la escala valorativa de lo que es malo. Dime cuál es tu idea de Bien y sabremos qué es lo Malo para ti. A lo largo de la historia se ha buscado la razón o razones por las cuales el Mal se hace presente y el Bien se muestra ausente o indiferente. Ese sortilegio entre lo mundano y lo sacrosanto, ha dado forma explicativa adecuada a la idea básica que algunos seres humanos tenemos acerca de algunos hechos históricos y cotidianos.

Decíamos en la entrega anterior que el libro de Job (sagrada Biblia), nos muestra una idea de Mal personificada en un ente específico y unas estrategias morales religiosas, que desde el cristianismo (al igual que desde otras religiones) debemos seguir para conjurar o soportar tal calamidad. Sin embargo, signos y símbolos se conjugan dentro de ese proceso de construcción del Mal como justificación de algunos flagelos, para consolidar la práctica común de explicar ciertos y determinados hechos con la retorica del Mal o lo malo. Es así que se pueden escuchar explicaciones a grandes cataclismos como por ejemplo la tragedia del Estado Vargas en 1999. Con la cual se buscó entender la razón del por qué fallecieron miles de personas en un deslave. Es así, que desde la concepción teológico cristiana pudiésemos pensar: ¿Qué pecado cometería el pueblo de Vargas, que Dios lo castigo de esa manera? Respuestas sobraron, ninguna satisfactoria, mucho menos adecuada. Por supuesto que para este hecho, se excedieron las especulaciones en torno a la causa.

En esta segunda entrega, abordaremos el problema del origen del mal desde la revisión de la obra Cándido o el optimista de Voltaire[6]. Esta obra consta de 30 partes, las cuales se constituyen en un relato descriptivo de las tribulaciones y desventuras de Cándido, personaje central.

En el desarrollo de la obra, se presentan inicialmente tres personajes centrales: Cándido, la señorita Cunegunda y el doctor Panglos. La guerra como marco histórico, juega un papel primordial en esta obra. Cada uno de estos personajes cuenta con una significación: la inocencia y candidez; la tentación, la curiosidad y la fría razón instrumental-el saber. Es así que en el caso de Cándido, éste nos muestra cómo, mediante el sacrificio y el dolor se construye el camino a la redención y al heroísmo. Sin embargo la tragedia marca el desarrollo de su vida. Tragedia que logra enfrentar con valor y “optimismo”.

Es interesante, además, observar la idea de mujer que se deja colar entre líneas en el transcurso de la obra. Cuando por ejemplo Voltaire escribe: la señorita Cunegunda es obra perfecta de la naturaleza y afirma que las mujeres se entregan a excesos a causa de la religión. Asimismo, reconoce el autor que uno de los más grandes males que pueda afectar a la mujer es el estupro y la mercantilización de su cuerpo para la sobrevivencia.

Otra particular contradicción la representa el maestro filósofo Panglos quién, a causa de su promiscuidad, se ve afectado severamente de salud y se regocija en la idea de venganza. Lo que se pudiese interpretar como una doble moral.

Santiago el anabaptista, manifiesta su particular condena a la guerra. Y señala que el Mal se lo procuran los hombres al hacerse lobos de si mismo ya que Dios sólo manifiesta el Bien. Panglos, quien representa la razón, señala en respuesta a tal afirmación lo siguiente: Todo eso era indispensable, replicó el doctor tuerto, y de los males individuales se compone el bien general; de suerte que cuantos más males particulares hay, mejor está el todo.[7] Luego de esta afirmación del personaje me asaltan algunas inquietudes: ¿Es el Mal un negocio? ¿Las guerras son un mal necesario? ¿Es la retórica discursiva sustentada en el Mal como causa de todo, una justificación ante el proceder de los seres humanos?

Voltaire, descubre o pone al descubierto las miserias humanas. Expone la venganza, la ira, el goce con el dolor o mal ajeno como prácticas comunes en la especie. En este sentido es importante el ejemplo del marinero. Este representa al ser humano indiferente, mal agradecido y criminal (Cfr. Capítulo V). La posición del filósofo Panglos, es absolutamente racional e incluso llega a la resignación al señalar que las cosas pasan porque así deben pasar. Es la perfección de lo racional-real, de lo que es visiblemente explicable y comprobable.

La muerte es motivo de reflexión para el protagonista, el cual no entiende las razones por las cuales el justo (el fraile Santiago) y el sabio (Panglos) han muerto. Llegando a cuestionar su fe. La iglesia es representada por el Inquisidor, quien con sus vicios y voluptuosidades atina a hacer uso del “poder” inquisitorial que la iglesia le ha dado para satisfacer sus placeres y vicios.

Cunegunda, quien habría muerto a causa de la guerra, retorna, pues no había fallecido físicamente, más moralmente sí. Está acompañada de una vieja criada, ha caído en el vicio de la prostitución. Esta situación sin embargo, no es señalada de forma taxativa por el autor, sino que lo deja a imaginación del lector/a. Cunegunda, representa la mujer que sobrevive a desgracias haciendo uso de sus dotes femeninas, colocando al margen el asunto moral. La desgracia, tal como la padeció el propio Job, será asumida como efecto de la voluntad divina y como maldición de existencia que hay que sufrir en la vida terrenal, pues para ello ha sido creado el hombre y es su pago por el pecado original.

Durante el relato, Voltaire recrea en su obra prácticas aberrantes como la violación, el saqueo, la epidemia, la castración, el suicidio, la mentira, la vanidad, la esclavitud y la antropofagia para ilustrar el mal individual y colectivo que reposa en nuestra especie. Son las miserias humanas. Todas estas bajas pasiones están aderezadas por actitudes perversas en un marco contextual de guerra. Serán los males físicos y morales el centro de esta obra. Voltaire plantea igualmente la reflexión entre bien y mal y pone al descubierto el doble discurso moral de algunas culturas (Cfr. Capitulo 16), pues ¿Cuál es la diferencia entre la antropofagia de los europeos y la de los naturales de las nuevas tierras? Apelan los personajes a la idea de control social mediante el establecimiento de leyes: derecho natural Vs derecho público, lo que también supone la inhibición de prácticas antihumanas.

El autor francés, deja correr a través de su pluma, que los pueblos de otras latitudes (América), no diferencian el concepto de mal practicado con respecto a Europa. Sólo el Dorado, la leyenda colonial, representará el ideal de perfección moral y física del cual le hablaba el maestro Panglos (cfr. Capitulo 18).

Para el personaje central de la obra, Cándido, el optimismo no es más que la manía de sustentar que todo está bien cuando está uno muy mal.[8] Asimismo afirma el autor, específicamente en el capítulo 20, que Dios no gobierna en la tierra, pues éste la ha dejado a merced de un ser maléfico y cuando hay calamidades o se cometen atrocidades que atentan contra colectivos, es porque Dios ha castigado al malo y el diablo ha ahogado á los buenos[9] ¿Qué quiere decir esto? que el perverso demonio reina en todas partes[10]

Durante la obra, la palabra felicidad o la idea de ella, no guarda mayor importancia. Se asume que la idea de felicidad es una ilusión o mera apariencia de tal condición[11]. El confort económico o material no dá la felicidad y mucho menos conjura las adversidades de la vida.

En el capítulo 25, Voltaire hace un juicio al saber y nos muestra un personaje (el turco), que desprecia todo conocimiento acumulado. Éste, no sólo repudia la historia y las bellas artes, sino todo el quadrivium que componía el conocimiento en la Europa antigua y medieval.

Finalmente, Voltaire señala en su obra que la posición más sabia es la de Martín, quien dijo que; contra el Mal, que es cosa natural en el hombre, vale la paciencia. Además propone dos caminos para el destino del hombre, caminos que por cierto, no tienen nada que ver con la idea de felicidad. Estos caminos son: las angustias o el fastidio[12]. Calamidades ambas que, según el propio Voltaire, serán superadas mediante el trabajo[13].

En la obra, el francés, se hace la pregunta filosófica acerca de cuál es la razón de ser del hombre en la tierra; ¿Desgracias, tribulaciones, sufrimiento, pruebas, castigo heredado por el pecado original? Son algunas de las respuestas que se pueden percibir a lo largo de esta novela. En cuanto a la búsqueda del origen del Mal, tenemos que para este filósofo y conocedor de las luces de la ilustración, el ocio, la indiferencia y las miserias humanas, son el origen del Mal y es allí donde radican las razones de nuestras desgracias individuales y colectivas, no en razones divinas.


Notas/citas

[1] Otto, Rudolf (1869-1937). La idea de lo sagrado. (versión original inglesa: The Idea of the Holy. 1923). Para este teólogo Alemán, la idea de lo sagrado se centra en la contrastación entre los hechos realmente manifiestos como sacros (hierofanías) y la construcción que se puede hacer desde el ámbito discursivo de lo Malo o el Mal, lo que asocia a lo profano.

[2] Tolstoy León (1828-1778). Cuento: Origen del Mal.

[3] Noúmenos y numen. Para este escrito la diferencia entre estos términos es la que señalara el propio Otto Rudolph y MIrcea Eliade, en cuanto a la descripción de fenómenos racionales (Kantt) o divinos. Para Otto Rudolph, las manifestaciones de lo sagrado generan terror: designa todas estas experiencias como numinosas (del latín numen, «dios»), como provocadas que son por la revelación de un aspecto de la potencia divina. Lo numinoso se singulariza como una cosa ganz andere, como algo radical y totalmente diferente: no se parece a nada humano ni cósmico (Eliade, M. Lo sagrado y lo profano)

[4] Mircea, Eliade. 2003. El mito del eterno retorno. Páginas 16-20.

[5] Ibidem

[6] Voltaire. 1759. Cándido o el optimista. Obra original: Monsieur le Doctor Ralph. [en línea] Consulta hecha en Septiembre de 2010.

[7] Ibid: 9

[8] Cfr. Capitulo 19. Pág. 30

[9] Ibid: 32

[10] Cfr. Pág. 36

[11] Esto queda muy bien explicado en el capítulo 24 (de Hilarión y Paquita)

[12] Ibid: 48

[13] En el Capitulo 30, señala el autor que: el trabajo nos libra de tres insufribles calamidades, el aburrimiento, el vicio, y la necesidad.

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